LA NATURALEZA DEL GOBIERNO por Ayn Rand

Publicado en por Fran Lombardo T.

LA NATURALEZA DEL GOBIERNO
Ayn Rand

Diciembre de 1963

 

Un gobierno es una institución que posee el poder exclusivo de poner en vigor ciertas reglas de conducta social en un área geográfica dada.

 

Una sociedad que le roba al individuo el producto de sus esfuerzos, lo esclaviza o intenta limitar la libertad de su mente, o lo compele a actuar contra su propio juicio racional, una sociedad que crea un conflicto entre sus dictámenes y los requerimientos de la naturaleza humana, no es, estrictamente hablando, una sociedad sino una turba que se mantiene unida bajo el poder de un grupo dedicado al pandillaje político institucionalizado. Una sociedad así destruye todos los valores de la coexistencia humana, no tiene justificación posible y no representa una fuente de beneficios, sino la más mortal de las amenazas para la supervivencia humana.

 

Para que los hombres puedan vivir juntos en una sociedad pacífica, productiva y racional, relacionándose para su mutuo beneficio, deben aceptar el principio social básico sin el cual no puede existir una sociedad moral o civilizada: el principio de los derechos del individuo.

 

Reconocer los derechos del individuo significa reconocer y aceptar las condiciones que requiere la naturaleza humana para una supervivencia adecuada. Los derechos del hombre solo pueden ser violados mediante el uso de la fuerza física.

 

La precondición de toda sociedad civilizada es la prohibición del uso de la fuerza física en las relaciones sociales; de este modo se establece el principio de que si los seres humanos desean tratar entre sí, solo podrán hacerlo mediante el uso de la razón: mediante la discusión, la persuasión y el acuerdo voluntario y no compulsivo.

 

Si una sociedad no proporcionara a sus integrantes una protección organizada contra la fuerza, obligaría a todo ciudadano a estar permanentemente armado, a convertir su hogar en una fortaleza, a disparar contra cualquier desconocido que se acercase a su puerta o a unirse a una pandilla de protección de ciudadanos que lucharía contra otras pandillas similares, lo cual tendría como consecuencia la degeneración de esa sociedad en un caos de leyes del hampa, es decir, la vigencia de la fuerza bruta, una guerra perpetua semejante a la de tribus salvajes prehistóricas.

 

El uso de la fuerza física, y aun su uso como represalia, no puede quedar al arbitrio de los ciudadanos individuales. La coexistencia pacífica es imposible si un hombre tiene que vivir bajo la constante amenaza de que cualquiera de sus vecinos desate la violencia contra él en cualquier momento.

 

Sea que las intenciones de sus vecinos sean buenas o malas, que sus juicios sean racionales o irracionales, que estén motivados por un sentido de justicia o por ignorancia, por prejuicio o por malicia, el uso de la fuerza contra un hombre no puede quedar librado a la decisión arbitraria de otro.

 

Para excluir la violencia de las relaciones sociales se necesita una institución que se encargue de la tarea de proteger los derechos de los hombres de acuerdo con un código de reglas objetivo.

 

Esta es la misión de un gobierno (de un gobierno justo), su misión básica; es su única justificación moral y la razón por la cual los hombres necesitan un gobierno. Un gobierno es el medio para mantener el uso de la fuerza física represiva bajo un control objetivo, es decir, bajo leyes objetivamente definidas.

 

La diferencia fundamental entre la acción privada y la acción de gobierno, una diferencia que en la actualidad se ignora y se evade totalmente, reside en el hecho de que un gobierno tiene el monopolio del uso legal de la fuerza física.

 

Debe retener tal monopolio, ya que es el agente que tiene que restringir y combatir el uso de la fuerza, y por esa misma razón deben definirse, delimitarse y circunscribirse rígidamente sus acciones, sin permitir que ningún antojo o capricho interfiera en su actuación; debería ser un robot impersonal, cuya única fuerza motriz fuera la ley. Para que una sociedad sea libre, es preciso que su gobierno esté controlado.

 

En un sistema social adecuado, un ciudadano particular está en libertad de realizar toda acción que desee (siempre y cuando no viole los derechos de los demás), mientras que el funcionario público se halla restringido por la ley en todos y cada uno de sus actos oficiales. Un individuo particular podrá hacer todo lo que desee, excepto aquello que está legalmente prohibido; un funcionario público no podrá hacer nada excepto aquello que le esté legalmente permitido.

 

Este es el modo de subordinar la "fuerza" al "derecho". Este es el concepto norteamericano de "un gobierno de leyes y no de hombres".

 

La naturaleza de las leyes adecuadas para una sociedad libre y la fuente de la que emana la autoridad de su gobierno deben derivar de la naturaleza y del propósito de un gobierno adecuado.

 

El principio básico de ambos se halla indicado en la Declaración de Independencia: "para asegurar estos derechos [del individuo] se instituyen los gobiernos entre los hombres, derivando sus justos poderes del consentimiento de los gobernados [...]". Dado que la protección de los derechos del individuo es el único propósito correcto de un gobierno, es también el único tema adecuado de la legislación: todas las leyes deben basarse en los derechos del individuo y estar dirigidas a su protección.

 

El origen de la autoridad de un gobierno es "el consentimiento de los gobernados". Esto significa que el gobierno no es el soberano, sino el servidor o agente de los ciudadanos; que como tal no posee derechos, excepto aquellos que le fueron delegados por los ciudadanos para un propósito específico.

 

Las funciones propias de un gobierno se dividen en tres grandes categorías, todas ellas relacionadas con el uso de la fuerza física y la protección de los derechos del individuo: la policía para defender a los hombres de los criminales, las fuerzas armadas para protegerlos de invasores foráneos, los tribunales de justicia para solucionar las disputas entre ellos de acuerdo con leyes objetivas.

 

Una sociedad libre, al igual que cualquier otro producto humano, no puede alcanzarse por medios fortuitos, por el mero deseo o "las buenas intenciones" de sus dirigentes. Se requiere un complejo sistema legal, basado en principios objetivamente válidos, para construir una sociedad libre y para mantenerla Ubre1, un sistema que no dependa de los motivos, el carácter moral o las intenciones de algún funcionario, un sistema que no dé oportunidad ni excusa legal alguna para que pueda desarrollarse una tiranía.

 

Hoy en día, cuando se realiza un esfuerzo concertado para ignorar este punto, no puede repetirse con suficiente frecuencia que la Constitución es una limitación impuesta al gobierno y no a los individuos privados; que no prescribe la conducta de los individuos sino la del gobierno; que no es una carta de privilegios para el poder del gobierno sino una carta de derechos para la protección de los ciudadanos contra el poder del gobierno.

 

Considérese hasta qué punto se ha invertido en la actualidad el concepto de la naturaleza del gobierno. En lugar de ser un protector de los derechos del hombre, se está convirtiendo en su más peligroso violador; en lugar de defender la libertad, está estableciendo la esclavitud; en lugar de proteger a los hombres de aquellos que inician el uso de la violencia física, es él quien lo hace, y aplica la coerción de cualquier manera y en cualquier cuestión que se le antoje; en lugar de servir como un instrumento de objetividad en las relaciones humanas, está creando un reinado oculto, letal, de incertidumbre y miedo mediante leyes no objetivas cuya interpretación está supeditada a la decisión arbitraria de burócratas circunstanciales; en lugar de proteger a los hombres de los daños que puedan experimentar debido a conductas caprichosas, él es quien se arroga el poder de hacer valer sus caprichos sin límites, de manera que nos estamos acercando rápidamente a la etapa de la inversión final: el estadio donde el gobierno se halla en libertad de hacer lo que le plazca, mientras que los ciudadanos solo pueden actuar si les da permiso.

 

Referencia:
Rand, Ayn. La Virtud del Egoísmo.

 

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1 En latín, el uso poético del vocablo, significa fecundo, fértil, abundante y henchido (lleno, repleto) de fruto. Fuente: etimologias.dechile.net

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